Prohibición

Señora, la enfermedad que ha tenido su hijo es grave; debe cuidarse mucho y a partir del próximo lunes puede ir al colegio. Aquí le entrego un certificado que lo exime de asistir a clases de gimnasia; no debe hacer ejercicios ni practicar deportes le dijo —con voz ronca y el ceño fruncido como enojado— el doctor a mi madre y siguió hablándole de los remedios que debía tomar, pero yo no escuchaba nada e imaginaba mi vida sin jugar fútbol y atiné a preguntarle si podía andar en bicicleta y me dijo que tampoco. Mi mamá le preguntó por cuanto tiempo y él sin inmutarse, mientras escribía en un papel, —sin levantar la vista pero mirándome de reojo— le dijo que para siempre y yo me imaginé por esa mirada que me dio que no estaba enojado y era su manera de dar una mala noticia, porque a nadie le gusta dar malas noticias y por eso me atreví a preguntarle que podía hacer y él me dijo estudiar solo estudiar pero eso yo lo hacía y debería hacerlo más ya que había faltado un mes al colegio y de seguro estaría atrasado y estaría mas atrasado en el fútbol porque sentía mis piernas débiles, e igual iba a querer jugar a la pelota y andar en bicicleta y no sabía como lo iba a hacer pero de que lo haría eso sí porque nadie le puede prohibir a un niño jugar a la pelota y andar en bicicleta. Y todo esto comenzó cuando le conté a mi mamá —porque le había prometido a la mamá de José Luis que haría eso— que me había desmayado en la casa de José Luis y que yo estaba parado afirmado en la pared y desperté en el suelo y la mamá de José Luis me preguntó que me había pasado y yo no sabía y le dije que estaba parado pero que ahora estaba sentado en el suelo y no sabía como había llegado ahí; ella me dio agua y me paré con mucha vergüenza así que me vine para la casa. Mi mamá me preguntó si me había pasado antes le dije que sí una vez en la micro cuando venía del colegio e iba de pie tomado de la barra y desperté en el suelo y la gente me miraba y una señora me ayudó a pararme y otra me dio el asiento y me tiraban aire y otra me preguntaba donde vivía pero ya me sentía bien y les dije que me bajaba en Independecia con Gamero y que me sentía bien, pero tenía vergüenza porque todos me miraban como bicho raro y quería bajarme pero eso no lo hice. Por eso mi mamá me llevo al médico y estuve un mes en el hospital y me trataron muy bien y había una enfermera joven que me hacía mucho cariño y a mi me gustaba más me gustó cuando me dio un beso en la boca. Yo estaba solo en una pieza grande y mi mamá me venía a ver los domingos pero no podía entrar a la pieza y la veía a través de un ventanal y conversábamos por señas. A veces yo no sabía que me preguntaba y le tiraba un beso, pero no le habría contado que la enfermera me había besado porque no tenía que saberlo mi mamá ya que era un secreto entre la enfermera y yo. Mi mamá ese lunes me fue a dejar al colegio y hablamos con el inspector que le decían Pichulín; y él le dijo a mi mamá que como yo había faltado tanto iba a tener que repetir el año ahí si que estaba enojado y le dije que iba a estudiar y que no repetiría porque en ese curso estaba mi amigo Juan y Pichulín dijo que íbamos a ver que pasaba, pero que no podía tener malas notas en ningún ramo. Juan me prestó sus cuadernos y copiaba la materia en las clases de gimnasia a las que no podía ir y en los recreos porque tampoco podía jugar a la pelota, así que también ahí estudiaba pero eso lo hice solo un mes y después en los recreos me iba a jugar y como todavía sentía las piernas débiles me ponía al arco y descubrí que era un muy buen arquero. A final de año aprobé todos los ramos y en el único que tuve problema fue en Castellano ya que el profesor —que se llamaba Morales pero nosotros le decíamos Pajarito porque tenía la cabeza como la de un chincol— me pidió que contara lo de mi ausencia del colegio, así que escribí hasta el último punto seguido de este texto que era el punto final, me dijo que las comas en mi relato eran como las hojas de otoño que caen en cualquier parte, que no dejaban respirar, pero que en el otoño es por su belleza pero aquí por no poder tomar aliento y los punto aparte brillaban `por su ausencia y parecía que yo estaba apurado por escribir, como atorado me dijo y eso sí que era verdad porque estaban por tocar la campana e iba a comenzar el recreo largo que ahí se jugaba la mejor pichanga. Mi mamá estaba muy contenta con mi resultado escolar y además porque le había regalado la bicicleta a Manuel, pero la verdad es que él sólo la guardaba en su casa y así la podía usar sin que me viera ella; pero un día en el verano llegó temprano a casa y me vio andando en bici; me retó mucho y me dijo que estaba castigado, que no podía salir de la casa y ahí fue que le dije que había leído en un libro que uno debía tratar de ser feliz, y que yo lo era cuando me subía a la bici y mi mamá se puso a llorar, por eso no le dije que también me arrancaba a jugar fútbol los días miércoles en la tarde que jugaba al arco y que era muy buen arquero, al igual que mi papá cuando estaba vivo y mi mamá me dijo que solo podía andar en bici en el barrio, sin alejarme mucho que debía cuidarme y se lo prometí y ella me abrazó me dio un beso y me dijo que me quería mucho y corrí a decirle a Manuel que la bici la guardaría en mi casa y al día siguiente partí con todos mis amigos del barrio a subir en bicicleta el cerro San Cristóbal y nunca se lo dije a mi mamá para que ella estuviera tranquila y yo feliz.